Aunque siempre se hay estado “trabajando en lo mismo”, en el momento de establecer los objetivos profesionales es cuando en ocasiones hay que plantearse un posible cambio de actividad laboral. Acceder a nuevos sectores en los que se esté creando más oferta de trabajo.
Ahora bien, para que este cambio sea pertinente, debe tener coherencia con los resultados del balance personal y profesional realizado.
Normalmente el hecho de plantearse un cambio de actividad laboral responde a la baja demanda de profesionales para realizar la actividad laboral que ha estado realizando principalmente el candidato hasta ese momento (por ejemplo, cada vez se requieren menos “taquígrafos y mecanógrafos”), en ocasiones asociada a la elevada oferta de trabajadores con ese perfil.
Estas circunstancias pueden hacer que la etapa de búsqueda de empleo se alargue excesivamente.
También hay ocasiones en que, como consecuencia del análisis que se ha realizado de uno mismo, se descubre que se “necesita” un cambio de actividad laboral; en estas ocasiones hay que detectar en qué otras actividades son transferibles (son útiles) los conocimientos y las experiencias que ha adquirido el candidato a lo largo de su carrera.
En los informes de cada año el Servicio Público de Empleo Estatal se puede ver las actividades económicas con tendencia positiva en el empleo, se pueden encontrar datos que ayuden a valorar las posibilidades diferenciales de encontrar empleo para distintas actividades o sectores.
La situación de crisis generalizada del mercado laboral o del área o sector de actividad en donde se quiere seguir trabajando, puede llevar a plantearse un cambio de residencia a lugares donde se encuentren mejores y/o más abundantes oportunidades profesionales.
El cambio de residencia es una decisión difícil de tomar por el cambio que supone en el entorno: las posibles dificultades de adaptación, la necesidad de reorganizar la vida, el cambio en las costumbres,… son aspectos que hay que valorar de forma profunda antes de tomar la decisión.